/ lunes 10 de febrero de 2020

El voto informado: Reto y oportunidad para la cultura y eficacia políticas

Votar conlleva, idealmente, un proceso de conocer, comparary evaluar todas las alternativas políticas que se nos presentan. Sin embargo, ese panorama no siempre se cumple. De acuerdo con el Informe País sobre la Calidad de la Ciudadanía en México, “el votante mexicano toma su decisión de ir a votar con base en consideraciones de corto plazo más que como resultado de su interés político o cívico”.

La “cultura política” es un ángulo para analizar la aparente ausencia del voto informado como hábito.Estudiosos y estudiosas como Araceli Mateos señalan que dicho concepto se refiere a los significados, valores, actitudes o creencias compartidos en sociedad para pensar y conducirse en la vida política; además de “la propia definición de los individuos como actores políticos”.

Una ilustración de la cultura política en México sería lo descrito por el citado Informe País: “el voto se ejerce más como una obligación cívica” que por la creencia de que “tenga un efecto específico o [influencia] sobre los gobernantes”.Con respecto a nuestro estado, Juan Antonio Taguenca Belmonte y Ma. del Rocío Vega Budar comentan que hace falta mayor conocimiento político por parte de las y los hidalguenses para alcanzar una cultura política democrática.

El desafío de estar mejor informados como electores y electoras, no es exclusivo de México.En Australia, por ejemplo, Rodney Smith, Paul Kildea, AnikaGauja y Meel Keenan han explorado diversos enfoques para pensar el voto informado como un reto en el siglo XXI. Ellosexplican que tanto el abstencionismo como el voto no informado son una manifestación del desencanto con la política y el gobierno. Asimismo, que el voto noinformadoproduce una representación pobre y malos gobiernos.

Si bien el tema es complejo y no hay respuestas sencillas, Smith y sus colegas rescatan de otros autores la necesidad de mejorar la formación electoral de la ciudadanía (mediante educación formal, campañas informativas, programas comunitarios, etc.) pero también el desempeño de las figuras políticas y el desarrollo de estructuras más participativas. Tener conocimiento no sólo de las opciones políticas en los comicios, sino del sistema y la legislación electoral, es otro punto de igual importancia.

Con el vasto contenido que compite por nuestra atención, ejercer un voto informado no es tarea sencilla. Explorar estrategias para lograrlo puede ser tema de otra columna. Mientras tanto concluyamos subrayando que el voto informado,más que un reto, es una oportunidad para fortalecer nuestra eficacia política: la convicción de que podemos influir en la política con una responsable deliberación sobre el sentido de nuestro voto.

Votar conlleva, idealmente, un proceso de conocer, comparary evaluar todas las alternativas políticas que se nos presentan. Sin embargo, ese panorama no siempre se cumple. De acuerdo con el Informe País sobre la Calidad de la Ciudadanía en México, “el votante mexicano toma su decisión de ir a votar con base en consideraciones de corto plazo más que como resultado de su interés político o cívico”.

La “cultura política” es un ángulo para analizar la aparente ausencia del voto informado como hábito.Estudiosos y estudiosas como Araceli Mateos señalan que dicho concepto se refiere a los significados, valores, actitudes o creencias compartidos en sociedad para pensar y conducirse en la vida política; además de “la propia definición de los individuos como actores políticos”.

Una ilustración de la cultura política en México sería lo descrito por el citado Informe País: “el voto se ejerce más como una obligación cívica” que por la creencia de que “tenga un efecto específico o [influencia] sobre los gobernantes”.Con respecto a nuestro estado, Juan Antonio Taguenca Belmonte y Ma. del Rocío Vega Budar comentan que hace falta mayor conocimiento político por parte de las y los hidalguenses para alcanzar una cultura política democrática.

El desafío de estar mejor informados como electores y electoras, no es exclusivo de México.En Australia, por ejemplo, Rodney Smith, Paul Kildea, AnikaGauja y Meel Keenan han explorado diversos enfoques para pensar el voto informado como un reto en el siglo XXI. Ellosexplican que tanto el abstencionismo como el voto no informado son una manifestación del desencanto con la política y el gobierno. Asimismo, que el voto noinformadoproduce una representación pobre y malos gobiernos.

Si bien el tema es complejo y no hay respuestas sencillas, Smith y sus colegas rescatan de otros autores la necesidad de mejorar la formación electoral de la ciudadanía (mediante educación formal, campañas informativas, programas comunitarios, etc.) pero también el desempeño de las figuras políticas y el desarrollo de estructuras más participativas. Tener conocimiento no sólo de las opciones políticas en los comicios, sino del sistema y la legislación electoral, es otro punto de igual importancia.

Con el vasto contenido que compite por nuestra atención, ejercer un voto informado no es tarea sencilla. Explorar estrategias para lograrlo puede ser tema de otra columna. Mientras tanto concluyamos subrayando que el voto informado,más que un reto, es una oportunidad para fortalecer nuestra eficacia política: la convicción de que podemos influir en la política con una responsable deliberación sobre el sentido de nuestro voto.

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