/ miércoles 24 de junio de 2020

El pico sin fin

Uno de los problemas más graves de la pandemia de COVID 19 es la falta de control de la información, certezas y números fidedignos que permitan tomar decisiones y plantear estrategias efectivas. En el caso de nuestro país, lejos de mantenerse la cientificidad como el eje rector de ellas, las suposiciones aparecen día con día en una conferencia que está incluida de manera forzada con el único objetivo de mantenerse en la palestra de los medios de comunicación.

En una muestra de poca claridad, confusión y de falta de conocimiento profundo de la situación, por parte de las autoridades ha propiciado que se recorra en diversas ocasiones la fecha del “pico de la pandemia”, la cual de plantearse para finales de mayo ha ido recorriéndose hasta llegar a fechas de agosto.

Incluso, a fin de aminorar los cálculos erróneos se señaló que nos encontramos desde hace varios días y prevalecerá una especie de “valle” estadístico, es decir, donde los contagios y las muertes prevalecerán en buen número durante varias semanas. Esta situación, desde luego, implica que, al día de hoy México sea uno de los países en el mundo con mayor número de contagios y, por ende, de muertes, lo cual ha colapsado al de por sí indefenso sector de trabajadores de la salud.

La información que ha surgido de manera oficial se ha manejado de tal manera que coincida con las promesas y los dichos, pero no con la realidad. Una realidad que cada vez va siendo más insoportable para las y los mexicanos que su economía ya no soporta tenerlos confinados y, por desesperación financiera o por hartazgo personal han decidido retomar sus actividades como si nada pasara.

Lo cierto es que este tipo de actitudes por parte de la población han generado que el número de contagios no ceda y que las infecciones por COVID 19 cada vez cobren mayor número de muertes dentro de un país que sufre de altos índices de obesidad, diabetes e hipertensión, condiciones que son el perfecto caldo de cultivo para la mortandad generalizada.

Justamente la forma de reaccionar ante esta grave situación en las personas las tratamos hace algunos días durante una conferencia virtual que tuve el honor de moderar con el Profesor Emil Beraun, especialista en inteligencia emocional.

Durante esa interesante charla, Beraun hacía hincapié en el manejo de los sentimientos y la capacidad emocional de afrontar una crisis como la que vivimos en el mundo entero. El encontrarnos en una situación absolutamente inesperada ha sido un indicador claro de las condiciones sociales que vive el planeta y, al mismo tiempo, saber quiénes somos capaces de utilizar esos miedos y emociones negativas para canalizarlas en algo positivo durante una pandemia.

Es momento que todos, precisamente en una etapa nada favorable de la humanidad, aprendamos a desarrollar la inteligencia emocional para salir más fortalecidos y tomar decisiones adecuadas que nos permitan seguir adelante con nuestras vidas en estos instantes y en los que están por venir y que pintan oscuros. No hay tarea más difícil que la de trabajar en nosotros, en nuestras vidas y pensamientos, pero hay tiempo y circunstancias suficientes para salir más claridosos frente a la cascada de encrucijadas que se nos presentarán en lo individual y como país.

Uno de los problemas más graves de la pandemia de COVID 19 es la falta de control de la información, certezas y números fidedignos que permitan tomar decisiones y plantear estrategias efectivas. En el caso de nuestro país, lejos de mantenerse la cientificidad como el eje rector de ellas, las suposiciones aparecen día con día en una conferencia que está incluida de manera forzada con el único objetivo de mantenerse en la palestra de los medios de comunicación.

En una muestra de poca claridad, confusión y de falta de conocimiento profundo de la situación, por parte de las autoridades ha propiciado que se recorra en diversas ocasiones la fecha del “pico de la pandemia”, la cual de plantearse para finales de mayo ha ido recorriéndose hasta llegar a fechas de agosto.

Incluso, a fin de aminorar los cálculos erróneos se señaló que nos encontramos desde hace varios días y prevalecerá una especie de “valle” estadístico, es decir, donde los contagios y las muertes prevalecerán en buen número durante varias semanas. Esta situación, desde luego, implica que, al día de hoy México sea uno de los países en el mundo con mayor número de contagios y, por ende, de muertes, lo cual ha colapsado al de por sí indefenso sector de trabajadores de la salud.

La información que ha surgido de manera oficial se ha manejado de tal manera que coincida con las promesas y los dichos, pero no con la realidad. Una realidad que cada vez va siendo más insoportable para las y los mexicanos que su economía ya no soporta tenerlos confinados y, por desesperación financiera o por hartazgo personal han decidido retomar sus actividades como si nada pasara.

Lo cierto es que este tipo de actitudes por parte de la población han generado que el número de contagios no ceda y que las infecciones por COVID 19 cada vez cobren mayor número de muertes dentro de un país que sufre de altos índices de obesidad, diabetes e hipertensión, condiciones que son el perfecto caldo de cultivo para la mortandad generalizada.

Justamente la forma de reaccionar ante esta grave situación en las personas las tratamos hace algunos días durante una conferencia virtual que tuve el honor de moderar con el Profesor Emil Beraun, especialista en inteligencia emocional.

Durante esa interesante charla, Beraun hacía hincapié en el manejo de los sentimientos y la capacidad emocional de afrontar una crisis como la que vivimos en el mundo entero. El encontrarnos en una situación absolutamente inesperada ha sido un indicador claro de las condiciones sociales que vive el planeta y, al mismo tiempo, saber quiénes somos capaces de utilizar esos miedos y emociones negativas para canalizarlas en algo positivo durante una pandemia.

Es momento que todos, precisamente en una etapa nada favorable de la humanidad, aprendamos a desarrollar la inteligencia emocional para salir más fortalecidos y tomar decisiones adecuadas que nos permitan seguir adelante con nuestras vidas en estos instantes y en los que están por venir y que pintan oscuros. No hay tarea más difícil que la de trabajar en nosotros, en nuestras vidas y pensamientos, pero hay tiempo y circunstancias suficientes para salir más claridosos frente a la cascada de encrucijadas que se nos presentarán en lo individual y como país.