/ domingo 17 de enero de 2021

El gran músico Abundio Martínez

Así esta vez vamos a escribir sobre otro huichapense. Esta ciudad de Huichapan es muy pródiga en grandes personajes de las artes y de la política, así como de héroes de la independencia y poetas. Por eso hoy vamos a ver a un gran músico huichapense.

Autor de más de 200 piezas musicales, entre ellas famosos valses, Abundio Martínez Martínez logró trasponer su fama a muchos países del mundo. Muchas bandas de música tocaron, en los últimos años del siglo XIX y los primeros del 1900, las notas de Arpa de Oro, En Altamar; Los pasos dobles, Torero Hidalguense y La Hidalguense, éste considerado como el himno del Estado de Hidalgo.

Abundio Martínez nació en Huichapan, el 8 de febrero de 1864. De cuna humilde, pues de su padre aprendió el oficio de carpintero y las lecciones líricas de música, el autor hidalguense murió muy pobre el 27 de abril de 1914; pero su gran obra musical con la que logró fama internacional, le redituó el homenaje permanente de los hidalguenses y los mexicanos en general.

Abundio Martínez comenzó a tocar instrumentos desde muy joven; ya maduro, dominaba todos los que componen una banda musical. Con menos de 20 años, integró una orquesta de señoritas en la ciudad de Pachuca, donde radicó algunos años. Maduro en conocimientos y autor de bellas composiciones que fueron de gran aceptación en su época, Martínez hizo relaciones, en la ciudad de México con el director de la Banda de Zapadores, conjunto que popularizó sus composiciones, lo cual lo llevó a la Casa Nagel que comenzó a editar su música.

El poeta español Julio Sesto trabó amistad e influyó mucho en la vida artística del músico hidalguense; fue autor de la letra de varias composiciones y uno de sus biógrafos más completos, según se comprueba con lo escrito en su libro “La Bohemia de la Muerte”.

Radicó sus años postreros en la Ciudad de México. Cierta vez que la Banda Sinfónica de la capital estaba tocando un Domingo entre otras piezas, los valses de Martínez, el Director de dicha agrupación, se percató de que en una banca ahí solito estaba el autor. Se bajó del Kiosco, se acercó al hidalguense y le dijo, “Maestro que hace usted aquí tan solo,” Abundio, humilde como era, le respondió, “Aquí Maestro, escuchando mi valsecito”.

Fue muy amigo y compadre de Juventino Rosas, el guanajuatense, autor del vals “Sobre las olas” y cuando lo iba a visitar a su pobre cuarto en una vecindad, se ponían a mostrarse sus últimas composiciones, pero como no tenía piano, había una tabla que tenía pintadas las notas y ahí simulaban tocar.

Como los dos eran grandes músicos, entendían la melodía con solo ver las manos sobre el teclado simulado. Murió con un pollo atado a la pata de su mesa, decía que era su seguro de vida, pues en última instancia se lo podía comer.

Gran hombre, humilde y bondadoso, este hidalguense es grande en la música; hasta ahora apreciamos mucho las hermosas melodías.

Así esta vez vamos a escribir sobre otro huichapense. Esta ciudad de Huichapan es muy pródiga en grandes personajes de las artes y de la política, así como de héroes de la independencia y poetas. Por eso hoy vamos a ver a un gran músico huichapense.

Autor de más de 200 piezas musicales, entre ellas famosos valses, Abundio Martínez Martínez logró trasponer su fama a muchos países del mundo. Muchas bandas de música tocaron, en los últimos años del siglo XIX y los primeros del 1900, las notas de Arpa de Oro, En Altamar; Los pasos dobles, Torero Hidalguense y La Hidalguense, éste considerado como el himno del Estado de Hidalgo.

Abundio Martínez nació en Huichapan, el 8 de febrero de 1864. De cuna humilde, pues de su padre aprendió el oficio de carpintero y las lecciones líricas de música, el autor hidalguense murió muy pobre el 27 de abril de 1914; pero su gran obra musical con la que logró fama internacional, le redituó el homenaje permanente de los hidalguenses y los mexicanos en general.

Abundio Martínez comenzó a tocar instrumentos desde muy joven; ya maduro, dominaba todos los que componen una banda musical. Con menos de 20 años, integró una orquesta de señoritas en la ciudad de Pachuca, donde radicó algunos años. Maduro en conocimientos y autor de bellas composiciones que fueron de gran aceptación en su época, Martínez hizo relaciones, en la ciudad de México con el director de la Banda de Zapadores, conjunto que popularizó sus composiciones, lo cual lo llevó a la Casa Nagel que comenzó a editar su música.

El poeta español Julio Sesto trabó amistad e influyó mucho en la vida artística del músico hidalguense; fue autor de la letra de varias composiciones y uno de sus biógrafos más completos, según se comprueba con lo escrito en su libro “La Bohemia de la Muerte”.

Radicó sus años postreros en la Ciudad de México. Cierta vez que la Banda Sinfónica de la capital estaba tocando un Domingo entre otras piezas, los valses de Martínez, el Director de dicha agrupación, se percató de que en una banca ahí solito estaba el autor. Se bajó del Kiosco, se acercó al hidalguense y le dijo, “Maestro que hace usted aquí tan solo,” Abundio, humilde como era, le respondió, “Aquí Maestro, escuchando mi valsecito”.

Fue muy amigo y compadre de Juventino Rosas, el guanajuatense, autor del vals “Sobre las olas” y cuando lo iba a visitar a su pobre cuarto en una vecindad, se ponían a mostrarse sus últimas composiciones, pero como no tenía piano, había una tabla que tenía pintadas las notas y ahí simulaban tocar.

Como los dos eran grandes músicos, entendían la melodía con solo ver las manos sobre el teclado simulado. Murió con un pollo atado a la pata de su mesa, decía que era su seguro de vida, pues en última instancia se lo podía comer.

Gran hombre, humilde y bondadoso, este hidalguense es grande en la música; hasta ahora apreciamos mucho las hermosas melodías.