/ martes 11 de febrero de 2020

Del “protesto guardar y hacer guardar”, a la lapidaria realidad

Parte II

Continuando con esta serie de comentarios, hoy quiero platicar con ustedes acerca de la política económica del gobierno del presidente López Obrador. Cuando el titular del Poder Ejecutivo asumió el mandato, en su carácter de Titular del Poder Supremo, así establecido en la Constitución, adquirió entre otras responsabilidades, la de conducir e impulsar el desarrollo nacional, siendo la economía uno de sus principales fundamentos.

Sin embargo, desde el inicio del periodo presidencial de la Cuarta Transformación, las decisiones adoptadas en materia económica han producido decremento progresivo del Producto Interno Bruto (PIB) hasta llegar al 0.1 por ciento durante todo 2019, de acuerdo con cifras de Inegi.

Esto se debe, entre otras razones, a la desconfianza de los inversionistas hacia el gobierno, derivada de las medidas adoptadas, como la cancelación del proyecto del aeropuerto de Texcoco que trajo como consecuencia, pérdidas por más de 20,000 millones de dólares, desempleo, multas y gran número de amparos.

A pesar de ello, el presidente se ha empeñado en continuar con esta obra, ignorando, como es su costumbre, las órdenes de suspensión que han otorgado diversos jueces, hasta que se concluya, de manera definitiva, el juicio de amparo promovido por el colectivo #NoMásDerroches, quien pide se revise la legalidad del nuevo proyecto. López Obrador da cuenta en sus mañaneras del avance de la obra. Precisamente hoy anuncio un avance general del 5.1% en 116 días con una erogación de mil 829 millones de pesos. Una razón más para la falta de confianza de los inversionistas.

Si a esta situación le añadimos el hecho de que las principales calificadoras de riesgo nos redujeron la calificación, tanto los inversionistas nacionales como extranjeros vieron un mayor riesgo de invertir en México.

Además, la caída de la producción petrolera contribuye de manera determinante a la disminución del crecimiento económico, sobre todo, porque el gobierno persiste en la idea de basar nuestra economía en la industria petrolera, cada día más pobre y endeudada.

Lamentablemente, el gobierno de la 4T no ha sabido tomar las decisiones correctas, pues éstas son definidas atendiendo más bien a criterios populistas, pero no a generar riqueza.

Es claro que el presidente López Obrador es un hombre que no tiene colaboradores, tiene empleados a los cuales les indica que quiere, como lo quiere y cuando lo quiere, sin reparar en la existencia de limitaciones legales, presupuestales o, incluso, éticas. Ello derivó en la renuncia de Carlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda. Hoy esta al frente de la Secretaría un hombre de gran capacidad técnica, con un perfil adecuado para el cargo, pero que lamentablemente no ha tenido las agallas para hacerle ver a su jefe la cadena de lamentables errores que nos están llevando a una de las peores crisis económicas de nuestra historia que ya se empieza a hacer visible: ha notado usted que en los últimos días ha disminuido el precio de la gasolina, no vaya usted a creer que es por obra y gracia del gobierno de López, que “actualizó” el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), en realidad, según me comentan trabajadores de PEMEX que me han pedido anonimato, la demanda de gasolina está disminuyendo, lo cual está provocando que los empresarios gasolineros se vean obligados a bajar sus precios para competir con mayor eficacia.

Parte II

Continuando con esta serie de comentarios, hoy quiero platicar con ustedes acerca de la política económica del gobierno del presidente López Obrador. Cuando el titular del Poder Ejecutivo asumió el mandato, en su carácter de Titular del Poder Supremo, así establecido en la Constitución, adquirió entre otras responsabilidades, la de conducir e impulsar el desarrollo nacional, siendo la economía uno de sus principales fundamentos.

Sin embargo, desde el inicio del periodo presidencial de la Cuarta Transformación, las decisiones adoptadas en materia económica han producido decremento progresivo del Producto Interno Bruto (PIB) hasta llegar al 0.1 por ciento durante todo 2019, de acuerdo con cifras de Inegi.

Esto se debe, entre otras razones, a la desconfianza de los inversionistas hacia el gobierno, derivada de las medidas adoptadas, como la cancelación del proyecto del aeropuerto de Texcoco que trajo como consecuencia, pérdidas por más de 20,000 millones de dólares, desempleo, multas y gran número de amparos.

A pesar de ello, el presidente se ha empeñado en continuar con esta obra, ignorando, como es su costumbre, las órdenes de suspensión que han otorgado diversos jueces, hasta que se concluya, de manera definitiva, el juicio de amparo promovido por el colectivo #NoMásDerroches, quien pide se revise la legalidad del nuevo proyecto. López Obrador da cuenta en sus mañaneras del avance de la obra. Precisamente hoy anuncio un avance general del 5.1% en 116 días con una erogación de mil 829 millones de pesos. Una razón más para la falta de confianza de los inversionistas.

Si a esta situación le añadimos el hecho de que las principales calificadoras de riesgo nos redujeron la calificación, tanto los inversionistas nacionales como extranjeros vieron un mayor riesgo de invertir en México.

Además, la caída de la producción petrolera contribuye de manera determinante a la disminución del crecimiento económico, sobre todo, porque el gobierno persiste en la idea de basar nuestra economía en la industria petrolera, cada día más pobre y endeudada.

Lamentablemente, el gobierno de la 4T no ha sabido tomar las decisiones correctas, pues éstas son definidas atendiendo más bien a criterios populistas, pero no a generar riqueza.

Es claro que el presidente López Obrador es un hombre que no tiene colaboradores, tiene empleados a los cuales les indica que quiere, como lo quiere y cuando lo quiere, sin reparar en la existencia de limitaciones legales, presupuestales o, incluso, éticas. Ello derivó en la renuncia de Carlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda. Hoy esta al frente de la Secretaría un hombre de gran capacidad técnica, con un perfil adecuado para el cargo, pero que lamentablemente no ha tenido las agallas para hacerle ver a su jefe la cadena de lamentables errores que nos están llevando a una de las peores crisis económicas de nuestra historia que ya se empieza a hacer visible: ha notado usted que en los últimos días ha disminuido el precio de la gasolina, no vaya usted a creer que es por obra y gracia del gobierno de López, que “actualizó” el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), en realidad, según me comentan trabajadores de PEMEX que me han pedido anonimato, la demanda de gasolina está disminuyendo, lo cual está provocando que los empresarios gasolineros se vean obligados a bajar sus precios para competir con mayor eficacia.

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