/ miércoles 4 de mayo de 2022

Construcción para un México mejor

Acaba otro periodo en esta Legislatura que, como en anteriores, tuvo sus complejidades y desacuerdos en fondos y formas, razón que nos hace reflexionar respecto la importancia de los parlamentos y, sobre todo, de los parlamentos autónomos, libres de decisión, independientes en su concepción, conscientes de la importancia que tienen en el entramado de protección para la ciudadanía y, además, comprendiendo a fondo que si ocupamos un espacio en el Congreso es debido a que la gente nos otorgó su confianza, la cual no podemos defraudar.

Si algo quedó de manifiesto en estos meses es la importancia de construir acuerdos sin importar las fuerzas políticas que representemos. En el Senado de la República, si de algo nos podemos enorgullecer, en particular los miembros de la oposición, es de la apertura clara al diálogo desde los argumentos, las propuestas y la sensatez, de tal manera que no sea rebatible el sentarnos y construir mejores productos legislativos.

Desde luego, también existieron desacuerdos que hicimos patentes que pusimos en la discusión y que demostramos nuestros puntos de manera civilizada, organizada y constructiva, porque la realidad es que en un ambiente de división, de polarización y de intenciones de acallar al Poder Legislativo, la única herramienta efectiva es negociar, es escuchar a la gente y llevar esas propuestas a nuestras y nuestros compañeros Senadores.

Prueba de lo anterior fue que aprobamos iniciativas en beneficio de personas adultas mayores, en atención a la seguridad pública con un necesario llamado a esquemas de capacitación policial y de procuración de justicia. Combatimos el reclutamiento forzado de niñas, niños y adolescentes, porque si hay temas en que coincidimos todas y todos es en la protección de sectores vulnerables que, aunque existe una protección normativa, también creemos que nuestra realidad ha cambiado de forma dramática.

En materia de igualdad de género y de apoyo para las mujeres nos volcamos a tratar de conseguir la igualdad sustantiva en todos los ámbitos, pidiendo que se observe el principio paritario en el servicio de carrera de la Administración Pública Federal; o la armonización del principio de representación equilibrada para que las políticas públicas piensen siempre en las mujeres; sostuvimos la importancia de la paridad en el sector rural, no como acompañantes, sino como responsables en el rubro por la calidad y conocimiento de nuestras comunidades.

Un hito en la construcción de la normatividad fue la visibilización que logramos de la salud mental en todos los aspectos, como una medida de salud pública. Los estragos de la pandemia siempre fueron los más evidentes: las secuelas, las muertes, la falta de infraestructura médica, los bajos salarios del personal de la salud, incluso aspectos económicos que provocó el cierre de negocios, sin embargo, la salud mental que había sido seriamente lastimada no se había considerado y, afortunadamente, construimos una reforma que se aprobó en este periodo a fin de que se incluya dentro de los servicios de salud pública la atención de enfermedades mentales, así como la capacitación del personal médico para detectarlas y atenderlas de forma oportuna, ya que en ello va la estabilidad de las y los mexicanos.

Desde luego que hubo desencuentros, sobre todo en materia electoral con la revocación del mandato y los llamados a no violar la normatividad, pero en la oposición lo único que procuramos hacer fue que, a través de la constitucionalidad y legalidad que nuestros actos deben tener, exigir el cumplimiento de la norma para evitar desencuentros y seguir construyendo un país desde posturas diferentes pero con respeto al debate y a la construcción porque eso es para lo que nos tiene aquí el pueblo de México.


Acaba otro periodo en esta Legislatura que, como en anteriores, tuvo sus complejidades y desacuerdos en fondos y formas, razón que nos hace reflexionar respecto la importancia de los parlamentos y, sobre todo, de los parlamentos autónomos, libres de decisión, independientes en su concepción, conscientes de la importancia que tienen en el entramado de protección para la ciudadanía y, además, comprendiendo a fondo que si ocupamos un espacio en el Congreso es debido a que la gente nos otorgó su confianza, la cual no podemos defraudar.

Si algo quedó de manifiesto en estos meses es la importancia de construir acuerdos sin importar las fuerzas políticas que representemos. En el Senado de la República, si de algo nos podemos enorgullecer, en particular los miembros de la oposición, es de la apertura clara al diálogo desde los argumentos, las propuestas y la sensatez, de tal manera que no sea rebatible el sentarnos y construir mejores productos legislativos.

Desde luego, también existieron desacuerdos que hicimos patentes que pusimos en la discusión y que demostramos nuestros puntos de manera civilizada, organizada y constructiva, porque la realidad es que en un ambiente de división, de polarización y de intenciones de acallar al Poder Legislativo, la única herramienta efectiva es negociar, es escuchar a la gente y llevar esas propuestas a nuestras y nuestros compañeros Senadores.

Prueba de lo anterior fue que aprobamos iniciativas en beneficio de personas adultas mayores, en atención a la seguridad pública con un necesario llamado a esquemas de capacitación policial y de procuración de justicia. Combatimos el reclutamiento forzado de niñas, niños y adolescentes, porque si hay temas en que coincidimos todas y todos es en la protección de sectores vulnerables que, aunque existe una protección normativa, también creemos que nuestra realidad ha cambiado de forma dramática.

En materia de igualdad de género y de apoyo para las mujeres nos volcamos a tratar de conseguir la igualdad sustantiva en todos los ámbitos, pidiendo que se observe el principio paritario en el servicio de carrera de la Administración Pública Federal; o la armonización del principio de representación equilibrada para que las políticas públicas piensen siempre en las mujeres; sostuvimos la importancia de la paridad en el sector rural, no como acompañantes, sino como responsables en el rubro por la calidad y conocimiento de nuestras comunidades.

Un hito en la construcción de la normatividad fue la visibilización que logramos de la salud mental en todos los aspectos, como una medida de salud pública. Los estragos de la pandemia siempre fueron los más evidentes: las secuelas, las muertes, la falta de infraestructura médica, los bajos salarios del personal de la salud, incluso aspectos económicos que provocó el cierre de negocios, sin embargo, la salud mental que había sido seriamente lastimada no se había considerado y, afortunadamente, construimos una reforma que se aprobó en este periodo a fin de que se incluya dentro de los servicios de salud pública la atención de enfermedades mentales, así como la capacitación del personal médico para detectarlas y atenderlas de forma oportuna, ya que en ello va la estabilidad de las y los mexicanos.

Desde luego que hubo desencuentros, sobre todo en materia electoral con la revocación del mandato y los llamados a no violar la normatividad, pero en la oposición lo único que procuramos hacer fue que, a través de la constitucionalidad y legalidad que nuestros actos deben tener, exigir el cumplimiento de la norma para evitar desencuentros y seguir construyendo un país desde posturas diferentes pero con respeto al debate y a la construcción porque eso es para lo que nos tiene aquí el pueblo de México.