/ jueves 4 de julio de 2019

Cambio climático

Como profeta de un Apocalipsis, el relator especial de la ONU, Philip Alston, a través de su informe sobre el cambio climático hizo una advertencia: “El cambio climático tendrá consecuencias devastadoras para las personas en situación de pobreza. Incluso en el mejor de los casos, cientos de millones se enfrentarán a la inseguridad alimentaria, migración forzada, enfermedades y muerte.

El cambio climático amenaza el futuro de los derechos humanos y corre el riesgo de deshacer los últimos cincuenta años de progreso en materia de desarrollo, salud mundial y reducción de la pobreza”.

Tal aseveración es lógica, basta seguir las noticias para darse cuenta que la pobreza mundial en sí misma es un problema, pero que ya está siendo magnificada por el cambio climático, ante las enfermedades, la pérdida de patrimonio y cosechas por desastres naturales.

México está viviendo las consecuencias, por ejemplo, el sargazo es hasta el momento incontenible, y con él las pérdidas en turismo; sin embargo, nadie se preocupó hasta que no afectó a los bolsillos de los ricos empresarios, paradójicamente son los dueños de grandes hoteles y cruceros los que más contribuyen a la devastación del medio ambiente.

El hecho se destaca en el documento: Los pobres son los que se van a llevar la peor parte del cambio climático, pese a ser los que menos han contribuido a él. “La mitad más pobre de la población mundial, 3 500 millones de personas, es responsable de solo el 10 por ciento de las emisiones de carbono, mientras que el 10 por ciento más rico es responsable de la mitad completa. Una persona en el 1 por ciento más rico usa 175 veces más carbono que una en el 10 por ciento inferior”.

Obviamente los ricos tienen mayores recursos para enfrentar los diversos problemas que trae consigo el cambio climático, pero los pobres son el otro lado de la moneda, según el Banco Mundial, con 2°C grados de calentamiento (el Acuerdo de París intenta limitar el calentamiento global a 1.5°C grados), entre 100 y 400 millones de personas más estarán en riesgo de pasar hambre, entre 1 000 y 2 000 millones ya no tendrán suficiente agua.

Se espera que entre el 2030 y 2050 se cause 250 000 muertes adicionales por año a causa de la desnutrición, la malaria, la diarrea y el estrés por calor, por lo que la crisis de salud provocará el empobrecimiento de 100 millones de personas cada año.

Se salvará quien pueda pagarlo, nuestro sistema de salud público, con todas sus deficiencias, no se dará abasto en atender de manera eficiente todas las enfermedades provocadas por la contaminación y el costo para el estado cada vez se volverá más incosteable; quienes perderán la vida serán los pobres que no puedan pagar un servicio privado.

Terminó el breve análisis de tan importante informe preguntándole, estimado lector: Si usted perdiera su hogar por un incendio derivado de sequías, ¿podría reponerlo al siguiente día? o ¿si se enfermara gravemente por la contaminación podría costear un tratamiento largo? Si la respuesta es NO, se debe sumar a la sociedad civil.

Como profeta de un Apocalipsis, el relator especial de la ONU, Philip Alston, a través de su informe sobre el cambio climático hizo una advertencia: “El cambio climático tendrá consecuencias devastadoras para las personas en situación de pobreza. Incluso en el mejor de los casos, cientos de millones se enfrentarán a la inseguridad alimentaria, migración forzada, enfermedades y muerte.

El cambio climático amenaza el futuro de los derechos humanos y corre el riesgo de deshacer los últimos cincuenta años de progreso en materia de desarrollo, salud mundial y reducción de la pobreza”.

Tal aseveración es lógica, basta seguir las noticias para darse cuenta que la pobreza mundial en sí misma es un problema, pero que ya está siendo magnificada por el cambio climático, ante las enfermedades, la pérdida de patrimonio y cosechas por desastres naturales.

México está viviendo las consecuencias, por ejemplo, el sargazo es hasta el momento incontenible, y con él las pérdidas en turismo; sin embargo, nadie se preocupó hasta que no afectó a los bolsillos de los ricos empresarios, paradójicamente son los dueños de grandes hoteles y cruceros los que más contribuyen a la devastación del medio ambiente.

El hecho se destaca en el documento: Los pobres son los que se van a llevar la peor parte del cambio climático, pese a ser los que menos han contribuido a él. “La mitad más pobre de la población mundial, 3 500 millones de personas, es responsable de solo el 10 por ciento de las emisiones de carbono, mientras que el 10 por ciento más rico es responsable de la mitad completa. Una persona en el 1 por ciento más rico usa 175 veces más carbono que una en el 10 por ciento inferior”.

Obviamente los ricos tienen mayores recursos para enfrentar los diversos problemas que trae consigo el cambio climático, pero los pobres son el otro lado de la moneda, según el Banco Mundial, con 2°C grados de calentamiento (el Acuerdo de París intenta limitar el calentamiento global a 1.5°C grados), entre 100 y 400 millones de personas más estarán en riesgo de pasar hambre, entre 1 000 y 2 000 millones ya no tendrán suficiente agua.

Se espera que entre el 2030 y 2050 se cause 250 000 muertes adicionales por año a causa de la desnutrición, la malaria, la diarrea y el estrés por calor, por lo que la crisis de salud provocará el empobrecimiento de 100 millones de personas cada año.

Se salvará quien pueda pagarlo, nuestro sistema de salud público, con todas sus deficiencias, no se dará abasto en atender de manera eficiente todas las enfermedades provocadas por la contaminación y el costo para el estado cada vez se volverá más incosteable; quienes perderán la vida serán los pobres que no puedan pagar un servicio privado.

Terminó el breve análisis de tan importante informe preguntándole, estimado lector: Si usted perdiera su hogar por un incendio derivado de sequías, ¿podría reponerlo al siguiente día? o ¿si se enfermara gravemente por la contaminación podría costear un tratamiento largo? Si la respuesta es NO, se debe sumar a la sociedad civil.