/ miércoles 8 de junio de 2022

Agatha contra el abandono

Don Genaro es un habitante de Oaxaca, particularmente de la Costa, que durante años ha vivido gracias al turismo imperante en la región y a las parcelas que cultiva para su propio consumo. Con una familia compuesta por su esposa y 4 hijos de entre 12 y 17 años, en realidad las condiciones en las que vive no son las mejores, ya que el dinero no alcanza y vive al día, por lo que cualquier contingencia que afecte al turismo se resiente en sus bolsillos propiciando que en ocasiones la comida también falte con todo el sufrimiento que implica para él caracterizado como un trabajador comprometido y responsable. Hace unos días se anunció la entrada del Huracán Agatha, el cual con la virulencia de este tipo de fenómenos naturales arraso con sus parcelas, su palapa cercana a la playa en la que atendía a sus clientes y afecto seriamente su casa, su estructura y los pocos enseres que en ella había. La desesperación se combina con el abandono y una lucha que vuelve a empezar de cero.

A mediados de año pasado, después del anuncio y la votación en ambas cámaras del Congreso de la Unión, se decretó de forma oficial la desaparición del Fondo de Desastres Naturales (FONDEN), el cual, sin lugar a dudas, se había caracterizado por ser un asidero fundamental ante catástrofes naturales que azotan a nuestro país y que dejan a miles de familias en la ruina, además de vulnerables a enfermedades o a otro desastre de ese calibre.

La perspectiva en aquel momento era que el FONDEN era un caldo de cultivo para actos de corrupción que jamás fueron demostrados y que dieron al traste con recursos que siempre habían salido bien librados en su ejecución porque la materialización de sus efectos era evidente. Hoy, Don Genaro, junto con más de 30 mil personas damnificadas en Oaxaca, no verán pronto la luz ante una decisión de la autoridad federal.

Al menos existen 11 muertos y 33 desaparecidos en la región oaxaqueña que sufrió los estragos de Agatha y que, como siempre, cuenta con el apoyo y compromiso del Ejército Mexicano, el cual actúa más por responsabilidad social que derivado de una instrucción del nivel más alto. Sin embargo, ello no implica que, una vez que las tareas de rescate, búsqueda y remoción de escombros, la desolación haga presa a un sector de la sociedad que, por falta de recursos, tendrá que enfrentar individualmente la tragedia.

Que no quepa duda de la solidaridad del pueblo de México, sin embargo, cuando el propio pueblo le entrega a su gobierno un apartado financiero que sirva para hacer frente a las vicisitudes que deja un huracán, un sismo o cualquier otro desastre natural, las preguntas sobre la fiabilidad del manejo y la serenidad de las decisiones se comienzan a cuestionar fuertemente, máxime si en ello se ponen en peligro otras tantas vidas más.

Actuar con responsabilidad para un servidor público implica el firme compromiso de jamás abandonar a la gente, a esas personas que le entregaron su confianza y que lo hicieron con la única finalidad de que en la rendición de cuentas se vea más que un cambio, un avance en sus condiciones de vida, por lo que la eliminación de recursos para destinarlos a otro propósito es cuestionable y desesperante.

Bajo ninguna circunstancias, con o sin FONDEN, la obligación del Estado mexicano es no abandonar a las hermanas y hermanos de Oaxaca que, no obstante sus condiciones permanentes de vida en las que reinan las faltas de oportunidades, se esfuerzan día a día para hacer de ese estado uno de los más nobles y ricos en su gente de todo el país. Es momento de unirnos y de replantear ciertas decisiones en beneficio del pueblo mexicano.


Don Genaro es un habitante de Oaxaca, particularmente de la Costa, que durante años ha vivido gracias al turismo imperante en la región y a las parcelas que cultiva para su propio consumo. Con una familia compuesta por su esposa y 4 hijos de entre 12 y 17 años, en realidad las condiciones en las que vive no son las mejores, ya que el dinero no alcanza y vive al día, por lo que cualquier contingencia que afecte al turismo se resiente en sus bolsillos propiciando que en ocasiones la comida también falte con todo el sufrimiento que implica para él caracterizado como un trabajador comprometido y responsable. Hace unos días se anunció la entrada del Huracán Agatha, el cual con la virulencia de este tipo de fenómenos naturales arraso con sus parcelas, su palapa cercana a la playa en la que atendía a sus clientes y afecto seriamente su casa, su estructura y los pocos enseres que en ella había. La desesperación se combina con el abandono y una lucha que vuelve a empezar de cero.

A mediados de año pasado, después del anuncio y la votación en ambas cámaras del Congreso de la Unión, se decretó de forma oficial la desaparición del Fondo de Desastres Naturales (FONDEN), el cual, sin lugar a dudas, se había caracterizado por ser un asidero fundamental ante catástrofes naturales que azotan a nuestro país y que dejan a miles de familias en la ruina, además de vulnerables a enfermedades o a otro desastre de ese calibre.

La perspectiva en aquel momento era que el FONDEN era un caldo de cultivo para actos de corrupción que jamás fueron demostrados y que dieron al traste con recursos que siempre habían salido bien librados en su ejecución porque la materialización de sus efectos era evidente. Hoy, Don Genaro, junto con más de 30 mil personas damnificadas en Oaxaca, no verán pronto la luz ante una decisión de la autoridad federal.

Al menos existen 11 muertos y 33 desaparecidos en la región oaxaqueña que sufrió los estragos de Agatha y que, como siempre, cuenta con el apoyo y compromiso del Ejército Mexicano, el cual actúa más por responsabilidad social que derivado de una instrucción del nivel más alto. Sin embargo, ello no implica que, una vez que las tareas de rescate, búsqueda y remoción de escombros, la desolación haga presa a un sector de la sociedad que, por falta de recursos, tendrá que enfrentar individualmente la tragedia.

Que no quepa duda de la solidaridad del pueblo de México, sin embargo, cuando el propio pueblo le entrega a su gobierno un apartado financiero que sirva para hacer frente a las vicisitudes que deja un huracán, un sismo o cualquier otro desastre natural, las preguntas sobre la fiabilidad del manejo y la serenidad de las decisiones se comienzan a cuestionar fuertemente, máxime si en ello se ponen en peligro otras tantas vidas más.

Actuar con responsabilidad para un servidor público implica el firme compromiso de jamás abandonar a la gente, a esas personas que le entregaron su confianza y que lo hicieron con la única finalidad de que en la rendición de cuentas se vea más que un cambio, un avance en sus condiciones de vida, por lo que la eliminación de recursos para destinarlos a otro propósito es cuestionable y desesperante.

Bajo ninguna circunstancias, con o sin FONDEN, la obligación del Estado mexicano es no abandonar a las hermanas y hermanos de Oaxaca que, no obstante sus condiciones permanentes de vida en las que reinan las faltas de oportunidades, se esfuerzan día a día para hacer de ese estado uno de los más nobles y ricos en su gente de todo el país. Es momento de unirnos y de replantear ciertas decisiones en beneficio del pueblo mexicano.