/ jueves 3 de octubre de 2019

A 51 años del 68

ACERVO


El día de ayer se conmemoraron 51 años del ataque a estudiantes suscitado el 2 de octubre de 1968 en las inmediaciones de la Plaza de las Tres Culturas, ubicada en Tlatelolco en la capital del país.

Sin duda alguna a más de 50 años de este oscuro episodio en la vida contemporánea de México, las y los mexicanos experimentamos una reconfiguración social, pero fundamentalmente el ejercicio de gobierno del primer régimen de izquierda a cargo del Ejecutivo Federal.

Para el gobierno de nuestros días, la ejecución y represión del alumnado fue una bandera discursiva que, a lo largo de muchos años, les permitió construir sólidos discursos opositores al antiguo régimen.

Las circunstancias y coyunturas a lo largo de cada sexenio presidencial, ya fuera del PRI o del PAN, posibilitaban que los liderazgos izquierdistas se mostraran cercanos al sentir popular que históricamente ha mostrado su legítima condena al actuar del gobierno de Díaz Ordaz en aquella época.

Ese tiempo y esa circunstancia cambiaron el año pasado y luego entonces por vez primera la agenda de la izquierda mexicana para conmemorar esta fecha surgió desde Palacio Nacional. Toda conmemoración de la izquierda vino indudablemente ligada a las conmemoraciones institucionales.

Y como un concepto fundamental entre el México de ayer y el México de hoy, he considerado al valor de la democracia, como aquel factor que cambió las circunstancias de la relación Estado-sociedad en temas tan delicados como la del “2 de octubre”.

Aquellos estudiantes de las vocacionales de la UNAM y del IPN, que en aquella época marcharon buscando democracia, hoy se han constituido como un antecedente natural para que la actual generación de mujeres y hombres dedicados al estudio cuente con un reconocimiento pleno a sus derechos escolares y civiles.

Ese legado de valentía y determinación se tradujo en un reconocimiento de derechos para el alumnado mexicano, que hoy cuenta con mejores perspectivas de desarrollo humano, académico y profesional.

Y aquí es muy relevante contextualizar que el gobierno más allá de colores y de intereses políticos siempre será respaldado por el valor supremo que le otorga la democracia. Según su tiempo, cada gobierno tiene en la democracia a su legitimidad.

Por tanto, la democracia plena, abierta y participativa, ha sido cuidada por muchas generaciones de mexicanos quienes han otorgado en cada momento de la historia una oportunidad a determinado proyecto de gobierno para abanderar las causas sociales que en muchos momentos van ligadas a remembranzas del pasado.

Es así como cada gobierno tiene una responsabilidad que en todo caso podemos inferir adicional frente a sus gobernados y a su agenda al frente de la administración pública. A partir de 2018 la izquierda asumió el ejercicio de gobierno gracias a la democracia, por ello las y los mexicanos requerimos congruencia entre el discurso y la acción. La matanza de Tlatelolco es un puerto en que zarpó la nueva cultura política que hizo a México moderno y afianzó los valores supremos de las libertades.

Que sea Tlatelolco 68 el faro que avise a la política de los escollos a los que se enfrentarán quienes por política equivocada atenten contra los derechos, las libertades y democracias conquistadas por esta representativa generación.

ACERVO


El día de ayer se conmemoraron 51 años del ataque a estudiantes suscitado el 2 de octubre de 1968 en las inmediaciones de la Plaza de las Tres Culturas, ubicada en Tlatelolco en la capital del país.

Sin duda alguna a más de 50 años de este oscuro episodio en la vida contemporánea de México, las y los mexicanos experimentamos una reconfiguración social, pero fundamentalmente el ejercicio de gobierno del primer régimen de izquierda a cargo del Ejecutivo Federal.

Para el gobierno de nuestros días, la ejecución y represión del alumnado fue una bandera discursiva que, a lo largo de muchos años, les permitió construir sólidos discursos opositores al antiguo régimen.

Las circunstancias y coyunturas a lo largo de cada sexenio presidencial, ya fuera del PRI o del PAN, posibilitaban que los liderazgos izquierdistas se mostraran cercanos al sentir popular que históricamente ha mostrado su legítima condena al actuar del gobierno de Díaz Ordaz en aquella época.

Ese tiempo y esa circunstancia cambiaron el año pasado y luego entonces por vez primera la agenda de la izquierda mexicana para conmemorar esta fecha surgió desde Palacio Nacional. Toda conmemoración de la izquierda vino indudablemente ligada a las conmemoraciones institucionales.

Y como un concepto fundamental entre el México de ayer y el México de hoy, he considerado al valor de la democracia, como aquel factor que cambió las circunstancias de la relación Estado-sociedad en temas tan delicados como la del “2 de octubre”.

Aquellos estudiantes de las vocacionales de la UNAM y del IPN, que en aquella época marcharon buscando democracia, hoy se han constituido como un antecedente natural para que la actual generación de mujeres y hombres dedicados al estudio cuente con un reconocimiento pleno a sus derechos escolares y civiles.

Ese legado de valentía y determinación se tradujo en un reconocimiento de derechos para el alumnado mexicano, que hoy cuenta con mejores perspectivas de desarrollo humano, académico y profesional.

Y aquí es muy relevante contextualizar que el gobierno más allá de colores y de intereses políticos siempre será respaldado por el valor supremo que le otorga la democracia. Según su tiempo, cada gobierno tiene en la democracia a su legitimidad.

Por tanto, la democracia plena, abierta y participativa, ha sido cuidada por muchas generaciones de mexicanos quienes han otorgado en cada momento de la historia una oportunidad a determinado proyecto de gobierno para abanderar las causas sociales que en muchos momentos van ligadas a remembranzas del pasado.

Es así como cada gobierno tiene una responsabilidad que en todo caso podemos inferir adicional frente a sus gobernados y a su agenda al frente de la administración pública. A partir de 2018 la izquierda asumió el ejercicio de gobierno gracias a la democracia, por ello las y los mexicanos requerimos congruencia entre el discurso y la acción. La matanza de Tlatelolco es un puerto en que zarpó la nueva cultura política que hizo a México moderno y afianzó los valores supremos de las libertades.

Que sea Tlatelolco 68 el faro que avise a la política de los escollos a los que se enfrentarán quienes por política equivocada atenten contra los derechos, las libertades y democracias conquistadas por esta representativa generación.